El escalador francés, que sufre de vértigo crónico después de una caída, realizó ayer su primera ascensión en Madrid. Por Adrián Cornejo en el Zoo del Siglo XXI de El Mundo.
Para él la ciudad es una cadena montañosa en la que, como en su vida, prácticamente no hay obstáculo insuperable. Es el Spiderman francés, el Bruce Lee de la escalada para los chinos, pero, de cerca, no tiene aureola de gran estrella. Ni se considera tal.
A Alain Robert le gusta sentirse libre y de ese modo trepa las mayores cumbres urbanas del mundo, solo en su aventura, sin emplear cuerda ni arnés, tal y como ayer coronó el Hotel Puerta de América de Madrid para promocionar el pegamento Super-Glue 3. …
El más famoso escalador del planeta, arrestado en incontables ocasiones por no pedir permiso para ejecutar sus retos, trepó por vez primera en la capital, sin mayor revuelo que el que organizaron los numerosos periodistas acreditados. No había casi curiosos ubicados cerca del edificio (de 55 metros de alto en una zona de poco tránsito peatonal), ni seria dificultad para el artífice, ni duda de que éste lo fuera a conseguir, conocido el curriculum del personaje. Ni siquiera la lluvia, que se atrevió a interferir mojando la estructura de aluminio por la que ascendió, incrementó la tensión de un show (más propicio para un primate que para un arácnido) que no llegó a 20 minutos.
Lo de ayer para Robert fue casi un juego de niños, como cuando, con tan sólo 12 primaveras, escaló las ocho plantas del edificio donde vivía para recuperar las llaves que se había olvidado dentro. Probablemente mucho menos.
Ha llovido desde aquel día, porque Spiderman ha coronado desde entonces los mayores y más vertiginosos rascacielos del planeta, con permiso o sin él, por puro interés crematístico o como denuncia contra, por ejemplo, la Guerra de Irak. Siempre con su lema y filosofía de vida: «Lo imposible lo es hasta que alguien demuestra lo contrario».
No se le ha resistido el edificio más alto del globo, el Taipei 101 (508 metros), ni sus antecesoras en el trono las Torres Petronas (452). Tampoco el Empire State (381) o la torre Sears (443), aunque el final de la ascensión de esta última, entre una densa niebla y una superficie que se tornó antiadherente, lo considere el más agónico de su existencia de 45 años.
Alain Robert, con tres hijos en el mundo, escala «para rechazar los valores de hiperseguridad», pero sobre todo «para dominar el miedo», la sensación de subir un edificio mientras todo le da vueltas. Porque sí, el hombre araña sin red ni efectos especiales, además de paredes imposibles, tiene que superar su vértigo crónico, secuela de una de sus siete caídas de altura. También la invalidez en un 66% de su cuerpo que, según la Seguridad Social Francesa, le provocó el más grave de sus accidentes. «Pero la invalidez no me da dinero», argumenta Robert.
Es Robert un hombre frío, que nunca piensa en el éxito sino en cada movimiento. Se prepara física y mentalmente antes de cada ascensión, estudia los edificios, pero luego duerme como un cesto antes de colgarse del mundo.
El francés, de 1,64 metros de altura y escasos 48 kilos de peso, dice que podría haber sobrevivido al 11-S, si le hubiera cogido en una planta inferior a donde impactó el avión. Tiene más limitaciones que cualquier humano y, por ello, lo que logra es inverosímil, heroico. Su próximo reto: coronar el futuro techo de España, uno de los rascacielos del Cuatro Torres Building Area.
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LO DICHO Y HECHO
«Si hubiera estado en las Torres Gemelas el 11-S, quizá podría haber escapado»
1962: Nace en Valence, Francia. 1974: Se deja las llaves en casa y decide escalar ocho plantas para recuperarlas. 1982: Se cae desde 15 metros, iniciándose su vértigo crónico e invalidez parcial. 1999: Está a punto de morir en la torre Sears de Chicago. 2002: Se pone por vez primera el traje de Spiderman, en Caracas. 2004: Corona el Taipei 101, de 508 metros. 2008: Escala el Hotel Puerta de América de Madrid.
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